En lugar de preocuparnos por lo que se reseña como comportamiento o conducta de las generaciones más jóvenes, debemos ocuparnos por el legado que le dejará la nuestra. Este dependerá de nuestras decisiones y acciones, pero también de nuestras omisiones a través de nuestras vidas.
La falta de confianza y la rivalidad generacional no son mas que una trampa del enemigo para que se aborten propósitos generacionales. Los conflictos entre generaciones son evidentes aun en las historias contenidas en las escrituras (Saúl y David), pero la voluntad de Dios siempre fue y es que las generaciones presentes y las que emergen se comprendan y complementen (Jetro y Moisés). Somos parte de un mismo propósito y, como generación actual, debemos tener una visión de integración.
Lo que dice el hombre de las generaciones
Algunos sociólogos agrupan las generaciones por años, mientras que otros los agrupan por el contexto histórico y acontecimientos que ese grupo determinado de individuos tuvieron en común. A nivel social, se le han asignado nombres a cada generación y aunque sus características solo describen su entorno, la carencia o la abundancia que les tocó vivir, se ha tenido que reconocer su función histórica.
Resulta necesario tener conocimiento de lo que fueron las vivencias y las acciones de las generaciones que nos antecedieron, del momento histórico y profético que ellos vivieron y el que viven las presentes, sin olvidarnos de qué cosas necesitarán las generaciones que emergen para su momento de asignación en esta dimensión terrenal.
No olvidemos que nuestra identidad no proviene de lo que el hombre declara sobre nosotros y nuestra generación, sino de lo que Dios estableció y dijo sobre cada uno de nosotros y nuestros descendientes, su linaje. Aun cuando los sociólogos realizan observaciones que, en cierto modo, no tienen como meta que esas generaciones encuentren su propósito de vida, las generaciones en sí mismas hablan de lo que fue establecido sobre ellas por Su Creador.
Un nuevo nombre traza la promesa de Dios y nos lleva al cumplimiento de esta
Dios conoce nuestro diseño y propósito, por eso, nos cambia el nombre, al hacerlo nos redirige a aquello para lo que fuimos creados. Los dones y los ministerios no son nombres, son regalos de Dios, una herramienta para que funcionemos dentro de las asignaciones entregadas por Él. Se nos entrega un nuevo nombre para marcar un cambio entre lo que el antiguo nombre decía que éramos y lo que Dios dijo de nosotros desde el principio. Ese nuevo nombre es necesario, ya que carga el mensaje o la forma que Dios nos usará individual y generacionalmente para transmitir las buenas nuevas de salvación.
No existe duda alguna de que Dios estableció unas generaciones para construir y otras para llevar a transición a la próxima generación. Esto significa que cada generación debe tener su propia experiencia con el Padre y comprometerse a contribuir e impartir el conocimiento y revelación que obtuvo de Él a la próxima generación.
Llamemos al linaje de Dios por su verdadero nombre
El nuevo nombre es la manera como Dios revela su plan (Simón, Cefas, Pedro) y nos hace comprender que cuenta con cada uno de nosotros para ser parte de su cumplimiento. Nos corresponde creer lo que Dios dijo sobre nosotros y nuestras generaciones; hablar conforme al diseño de Dios. La forma en la que Él nos llama siempre dará dirección y nos alineará a Su propósito, para evidenciar y ser la manifestación de la bendición de Dios sobre la Tierra.
Una generación que manifieste Su Reino para transformar
Una generación construyó para nosotros con fundamento firme y existe otra generación esperando por que la generación de transición se levante y los equipe para alcanzar lo que Dios habló de ellos. La Nueva Generación necesita que se le capacite, que le sean entregados recursos y herramientas, que se les bendiga y que se les envíe a campos misioneros que jamás consideramos que lo fueran. Necesita de una generación que les facilite encontrarse con el Padre, pues sin una relación con Él, no le serán revelados los diseños y los secretos que están guardados para este tiempo.
A la Nueva Generación les fue asignada una temporada en esta dimensión terrenal con retos que quienes le precedimos no comprendemos del todo. Fueron llamados a ocupar todo tipo de terreno (economía, educación, artes, ciencias, tecnología…) en este periodo histórico y allí sojuzgar y establecer dominio, aun cuando no pertenezcan a este mundo.
Se necesita una generación que reconozca sus faltas, pero que anhele profundamente que le sea entregado un nombre nuevo (Jacob-Israel). Es necesario que una generación confiese su nombre actual (características, carencias o faltas), para que ocurra un cambio de nombre (identidad, cambio de carácter, asignaciones, promesas). Dios anhela levantar generaciones fértiles, que se multipliquen (Jacob, 12 tribus de la Nación que se conoció como Israel), que tengan descendencia para ocupar y manifestar el Gobierno de Dios hasta los confines de la Tierra.
El paso de las generaciones es uno temporero, pero el propósito de Dios permanece y su diseño multigeneracional no vence. Dios continuará levantando hombres y mujeres en cada generación para anunciar las buenas nuevas de salvación, hasta que todas las cosas sean restauradas.
“En aquellos días Judá estará a salvoy Jerusalén morará segura,y este es el nombre con el cual será llamada:el Señor es nuestra justicia”.(Jeremías 33:16 LBLA)
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