Estrategias para el autismo y la comida quisquillosa

¿Sabías que los niños con autismo tienen más probabilidades de ser quisquillosos con la comida que sus pares neurotípicos?

Lo anterior se debe a que la mayoría de los niños dentro del espectro prefieren alimentos que se sientan de cierta manera en sus bocas. Por ejemplo, alimentos muy crujientes o blandos.

Si tu hijo autista es quisquilloso con la comida, debes saber que el primer paso es identificar si existe algún problema de alimentación o gastrointestinales. Generalmente, los problemas a la hora de comer son comunes en los niños pequeños y pueden incluir:

  • Hambre fluctuante.
  • Quisquilloso para comer.
  • Falta de interés y voluntad para probar nuevos alimentos.

Fuertes preferencias alimenticias. Aunque la comida quisquillosa es un problema común en los niños, aquellos dentro del espectro a menudo tienen problemas de alimentación más serios que requieren intervención médica.

Problemas gastrointestinales comunes en niños con autismo

  • Reflujo ácido.
  • Estreñimiento.
  • La esofagitis eosinofílica.
  • Diarrea.
  • Problemas sensoriales con la comida.
  • Musculatura motora oral subdesarrollada.
  • Otros problemas de comportamiento a la hora de comer.

Estrategias para el autismo y la comida quisquillosa

Crea un horario para las comidas: un niño con autismo necesita consistencia. Recuerda que las rutinas le permiten prosperar, por lo que un horario fijo para el desayuno, el almuerzo y la cena cada día, más dos tiempos de merienda a intervalos regulares, le ayudará a ampliar su paladar quisquilloso.

Persiste en el proceso: los niños autistas necesitan más exposiciones a un nuevo alimento antes de probarlo. Comienza seleccionando alimentos que sean similares en sabor y textura a los que ya el niño disfruta. Luego, aumenta poco a poco la porción que va a probar.

Dosis pequeñas: cuando presentes nuevos alimentos, comienza con pequeñas dosis. En lugar de esperar que el niño se lo lleve a la boca, deja que lo mire, toque, huela e, incluso, juegue con él. Recuerda que, si no les gusta, está bien negarse a comer más.

Fíjate en la textura de los alimentos: los niños autistas suelen ser sensibles a los cambios de textura. De hecho, es probable que algunas texturas les parezcan tan desagradable que ni siquiera descubren su sabor. El conocer las preferencias de texturas te ayudará a introducir nuevos alimentos a su dieta.

Recompensa los progresos: prepara una variedad de recompensas para cuando el niño pruebe nuevos alimentos. Ten tantas opciones disponibles como quieres. Puedes premiarlo con su película favorita, un juguete especial o sus videojuegos preferidos.

Una vez que tu hijo autista aprenda a comer nuevos alimentos, también aprenderá a tolerar y aceptar el cambio. A su vez, reducirá la ansiedad en otras áreas de su vida.

Recuerda que la mejor persona para sacar adelante a tu hijo, eres tú. ¡Tú puedes!

 

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