
Para todos los padres que aman a sus hijos y se esfuerzan a diario por suplir sus necesidades en cada área de sus vidas, saber que están bien es una prioridad. Con tristeza, debemos reconocer que el mundo que nos rodea puede ser cruel, duro y salvaje. Pero esta es una realidad que no podemos ignorar y que podría traer temor al corazón. Entonces ¿qué podemos hacer cuando nuestros hijos salen de la zona de cuidados en las que los hemos mantenido y tienen que enfrentarse a ésta? La respuesta: cúbrelos en oración.
Cuando oramos, nos ejercitamos en la disciplina espiritual que Dios, a través de Su Palabra, nos da para que la llevemos a cabo sin cesar, con seriedad y responsabilidad. Es necesaria, importante y poderosa. Cuando oramos podemos depender, esperar, confiar, descansar y fortalecernos en Dios. Nuestra oración es escuchada y atendida por Él. Esta es una verdad que debemos tener muy presente. En una ocasión, David escribió con convicción y por testimonio: “Los ojos de Jehová están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos. Claman los justos, y Jehová oye, Y los libra de todas sus angustias” (Salmo 34:15 y 17 RV1960). Así, que saber que nuestra oración es escuchada, nos da paz.
Nuestros hijos necesitan aprender esa gran verdad, somos escuchados por Dios cuando oramos y como se trata de ellos, nosotros sus padres, les cubriremos cada día. Oraremos clamando por sus vidas como la palabra de Dios nos enseña.
-
Oremos para que Él guarde su salida y su entrada, así como el salmista escribió: “Jehová guardará tu salida y tu entrada…” (Salmo 121: 8 RV).
-
Oremos para que nuestros hijos sean rodeados con el favor de Dios como escudo. Como David escribió: “Porque tú, oh, Jehová, bendecirás al justo; como con un escudo lo rodearás de tu favor” (Salmo 5: 12 RV).
-
Oremos por ellos para que la Palabra del Señor sea más dulce que la miel en su vida y sus enseñanzas sean guardadas en su corazón como testificaba David: “Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que la que destila del panal. Tu siervo es además amonestado con ellos; en guardarlos hay grande galardón” (Salmo 19: 10-11 RV).
-
Oremos para que nuestros hijos sean cuidadosos en sus conversaciones y no caigan en error como Pablo exhorto: “No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres” (1 Corintios 15: 33 RV).
-
Oremos para que ninguna arma forjada contra ellos prospere, porque hay una herencia para quienes sirven a Jehová, así como Isaías escribió: “Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo Jehová” (Isaías 54: 17 RV).
-
Oremos para que nuestros hijos crezcan en gracia delante del Señor y de los hombres, así como Samuel lo hizo. “Y el joven Samuel iba creciendo, y era acepto delante de Dios y delante de los hombres” (1 Samuel 2: 26 RV).
-
Y finalmente oremos para que nuestros hijos comprendan dos principios fundamentales “…el temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal, la inteligencia” (Job 28: 28 RV).
Finalmente, no temas, por el contrario, cúbrelos en oración cada día delante del Todopoderoso, porque su oído se inclinará y su mano se extenderá sobre sus vidas.
Puedes acceder a toda esta revista en forma gratuita aquí: Edición 45
