Hagamos retroceder las tinieblas
Vivimos un momento histórico en el cual la cultura, sus instituciones y la forma de vivir están siendo continuamente redefinidas. Mientras la Iglesia ha tenido una reducción en su influencia social, muchos han trabajado para incrementar la suya. Los medios de comunicación, la industria del entretenimiento y las escuelas han sido utilizados para adoctrinar las masas.
En el pasado, la Generación “Baby Boomers” inició movimientos que infiltraron sincretismo y declive moral a la sociedad. Luego la Generación X caminó para hacer avanzar esa transición cultural, de acuerdo con lo que llamaron sus “preferencias”. Cada cambio realizado por estas generaciones se tornó más radical con la participación de la Generación Y (Milenial). Actualmente, es la Generación Y (Milenial) la que lidera el camino hacia una nueva cosmovisión en Estados Unidos que deja cada vez más de lado a Dios.
Sacudámonos de la indiferencia
Es alarmante que el deterioro moral no sea visto como un asunto de urgencia para algunas congregaciones o iglesias, aunque resulte imposible no toparse con el escenario que se despliega en su diario vivir. La Palabra describe en Jueces 2:10-13, como cuando una generación carece de quien le muestre o recuerde quien es el Señor y Dios verdadero, las generaciones buscan saciarse de forma incorrecta. Cuando la fuente no es la correcta, se llenarán de las mentiras que cargan las filosofías humanas, las costumbres y cualquier agenda de moda.
Cada generación es responsable de encaminar a la próxima a preservar su caminar en Dios. Como Iglesia nos debe ocupar que las generaciones más jóvenes tengan un encuentro con Dios, tanto por su bienestar individual, el del cuerpo o Iglesia y para que estos ocupen su posición y cumplan su rol en el plan eterno de Dios para la tierra. No hay tiempo que perder, Dios tiene los diseños y las estrategias para alcanzarles.
Dios preserva su diseño generacional
Un estudio realizado por Barna Group refleja que el 70 % de los jóvenes en Estados Unidos se identificaron como cristianos. Mientras en otro de sus estudios, cuyos participantes fueron jóvenes de entre 13 y 17 años, incluidos 26 países del mundo, un 52 % se autodenominó cristiano. En lo relacionado con asuntos de cosmovisión, el 88 % de los estadounidenses poseen una mezcla en sus creencias, lo cual significa que viven en sincretismo. Sorprendentemente entre mayor es la generación el grado de sincretismo aumenta y viceversa en las generaciones más jóvenes se deja ver una disminución que, aunque leve es esperanzadora.
Su mensaje debe ser relevante para las vidas
No son muchas las iglesias donde se escucha hablar sobre asuntos culturales y sociales, esto por temor al conflicto o considerar dichos temas menos espirituales o hasta irrelevantes. Hemos obviado hablar de aquello que se enfrenta a diario, mientras las generaciones que emergen tienen gran preocupación por ocuparse de estos asuntos; unos desde la verdad y otros desde el error.
Por lo que a la nueva generación se le debe entregar un mensaje preciso, claro y pertinente; no estamos hablando de diluirlo, sino de facilitarlo. Traducir las verdades del Reino de Dios para sus vidas hará que surja el anhelo de compartir las Buenas Nuevas que han recibido con otros.
Jesús rompió constructos y es lo que harán estas generaciones
Estas generaciones deben comprender que la inteligencia le fue entregada por Dios y que, rendida y enriquecida con Su sabiduría, serán alineados para dejar una marca sobre la Tierra. Se proyecta que serán generaciones que asumirán posturas firmes y que establecerán cambios en la sociedad. Al igual que sus abuelos, los “Baby Boomers”, ocuparán posiciones políticas o de autoridad que les brindarán la oportunidad de transformar.
Es nuestro deber alentar e inspirar a las próximas generaciones para que ellas ocupen lugares de preeminencia, estén donde hoy no estamos nosotros, se sienten en los lugares que otras generaciones no ocuparon, pero a los cuales siempre fue el deseo de Dios que tuviésemos acceso.
Necesitamos conocer a la nueva generación
La Iglesia debe entender que urge conocer la forma como piensan y perciben el cristianismo las generaciones más jóvenes. Tenemos frente a nosotros la generación más adaptable y auténtica de evangelistas que hayamos visto, pero debemos respaldar sus nuevos enfoques, métodos y estrategias, aunque no se parezcan a los utilizados por nosotros. El dominio de la tecnología resulta para ellos una herramienta para esparcir la semilla del Reino.
Debido al acceso que tienen a la misma son generaciones autodidactas, por lo que obtienen conocimiento en temas aun antes de que alguien se los enseñe. Cualquier cosa que llame su atención resulta para ellos fácil de investigar y estudiar. Lo que significó evangelizar para unas generaciones no es lo que está en las mentes de las nuevas generaciones; ellos están abiertos a compartir con sus pares y conocidos sobre la fe, solo que de manera diferente a las demás generaciones. Al conocer lo que les resulta pertinente y atractivo, llevan un mensaje atinado; compartiendo uno a uno, con imágenes que hablan por sí solas, videos cortos, infografías, entre otros. Aunque cambie la forma de comunicar el mensaje, lo que no cambiará es la necesidad de compartir con otros nuestra fe.
Somos el diseño de Dios
Es hora de que la Iglesia sea intencional y reconozca las carencias afectivas, económicas, laborales y sociales en las que vive la sociedad actual. El Evangelio trajo consigo dignidad a las personas, entregó derechos, asistió a los necesitados y defendió a los menesterosos y viudas. El modelo multigeneracional es clave para levantar una Iglesia que entre con seguridad y paso firme a trabajar para la expansión del Reino, con la intención y la determinación de restaurar cada uno de estos aspectos.
Es un tiempo de tomar posición, de funcionar, de escuchar la voz de Dios, de formar y lanzar las flechas y sobre todo discernir que cada una fue diseñada para un tiempo diferente y para el cumplimiento de su propia misión.
“Mas Tu, Jehová, permanecerás para siempre; Tu trono, de generación en generación”. (Lamentaciones, 5:19 RV60).
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