Una preparación responsable


Las iglesias tienen clases semanales de educación cristiana para niños, pueden ser sábados o domingos. SÓLO una vez por semana los niños tienen una clase bíblica. Entonces, como maestros, no podemos caer en la improvisación. La preparación responsable de nuestra clase es fundamental.

Primero nos enfrentamos al tema: para enseñar debemos ser enseñados. Cuando empezamos a mirar el contenido nos tenemos que preguntar: ¿Yo vivo esto? ¿Esta enseñanza es una realidad en mi vida? Para esta pregunta podemos tener tres respuestas:

a. “Yo vivo la lección que voy a enseñar”.

b. “Estoy en camino, lo estoy aprendiendo”.
Si es así, lo puedo compartir con los niños. Es una gran enseñanza y ejemplo saber que el maestro sigue aprendiendo, que no es perfecto, que hay cosas en su vida en las que debe seguir mejorando. Es mostrar la realidad del hijo de Dios, ni más, ni menos.

c. La tercera respuesta, es decir: “Esto no lo estoy viviendo, ni quiero ponerlo en práctica”.
Si estamos en esta postura, NO enseñemos ese tema. No tendremos la autoridad de Dios para decir a los niños “hagan esto” ¡si nosotros mismos no lo hacemos!

Por eso, enseñar la Palabra y preparar una clase, nos debe llevar siempre a la pregunta: ¿Vivo lo que voy a enseñar? Debemos responderla con sinceridad delante de nuestro Dios.

Segundo, debemos dedicar tiempo al estudio del tema. Tomemos el lunes como descanso, y el martes empecemos a mirar la nueva lección. De ese modo tendremos tiempo para estudiar y conocer el tema, saber el contexto histórico y bíblico en el cual se desarrollan esos sucesos. No es que debamos saberlo todo, pero sí estar preparados para responder a preguntas e inquietudes que puedan manifestar los niños. Es importante que cuando no sepamos algo, porque NO sabemos todo, les digamos a los niños que no lo sabemos, pero que para la próxima clase se lo vamos a averiguar. No debemos dar explicaciones confusas o inventadas de temas que no manejamos. En la semana lo averiguamos y en la siguiente clase damos una respuesta adecuada.

Tercero, debemos dedicar tiempo para preparar los materiales necesarios. A veces será tener hechas las fotocopias, conseguir ilustraciones, tener lápices o crayones para todos, conseguir papeles de colores y goma de pegar, o hasta podremos precisar “arena” para una clase especial sobre la creación. Lo importante es preparar todo con tiempo y conseguir los materiales necesarios para que nuestra clase se pueda llevar a cabo.

Una palabra final…

En el evangelio de Lucas se nos narra en el primer capítulo el milagro del nacimiento de Juan el Bautista. Su madre Elisabet era estéril. Zacarías, su esposo y profeta del Señor, había recibido la noticia del hijo que iba a nacer.

Hoy quiero detenerme y llevarte a pensar en la expresión que usaron las personas que vinieron a conocer al bebé Juan el Bautista. Lucas 1.66b (NVI) nos dice que preguntaban: “¿Qué llegará a ser este niño?”

Quiero invitarte a pensar en cada uno de tus niños y hacerte esta pregunta: ¿quién será? ¿Qué llegará a ser por la obra maravillosa del Señor en su vida? No lo sabemos, pero sembremos en ellos la Palabra de Dios y ayudémoslos a vivir cada enseñanza para que, en el lugar donde el Señor los lleve o en el lugar al que el Señor los llame, puedan brillar para Cristo.

¡Dios bendiga tu vida y te use poderosamente para bendecir a la nueva generación!




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