Los temas de finanzas y dinero no eran temas de mi interés. Nunca he sido muy buena en las matemáticas y creía que por eso no entendería mucho sobre los temas mencionados, hasta que descubrí que son aspectos entrelazados con mi estilo de vida, mi fe, y aun mi llamado a servir a Dios y a los demás. ¿Por qué hago lo que hago? Me apasiona ayudar a las personas a ir de donde están hacia dónde quieren llegar. Dios me ha llamado y me ha equipado, por lo tanto, no puedo quedarme con esto para mí sola. Así que, decidí compartirlo.
El tema del dinero se evita en muchas de nuestras reuniones. Existe un tabú en torno al tema de las finanzas, especialmente, entre los creyentes. ¡Pero tengo noticias! La fe, la familia y las finanzas son inseparables. Es nuestra responsabilidad conocer cómo encajar y manejar sabiamente unas con otras, en todo lo que hacemos.
La educación financiera es vital para impactar las futuras generaciones. Nuestra meta no es vivir para siempre, sino crear un legado que perdure para siempre. ¿Has pensado si deseas construir un legado o dejar una carga?
La falta de educación financiera marca algunas estadísticas alarmantes entre las familias estadounidenses:
• El 75 % de los estadounidenses no tienen suficientes ahorros en un fondo de emergencia para cubrir sus obligaciones por 3 o 6 meses.
• Cuatro de diez hogares con menores de edad no podrían cubrir los gastos inmediatos del hogar si el principal contribuyente quedara discapacitado o muriera.
Lo anterior nos debe mover a tomar acción, romper paradigmas y hacer los arreglos necesarios por amor a los nuestros. La Biblia dice: “El que no provee para los suyos, y sobre todo para los de su propia casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo” (1 Timoteo 5:8, NVI). No se trata simplemente de trabajar y vivir el día a día, sino de planificar cómo poner a trabajar tu dinero para ti y los tuyos.
Cambiar nuestro paradigma en relación con el dinero es vital. No necesito dinero. El dinero me necesita a mí. Tengo que poner mi dinero a trabajar para mí y así proveer más efectivamente a los demás. En Mateo 25 encontramos la parábola de los talentos. Ésta nos enseña la obligación de administrar bien y multiplicar lo que tenemos para alcanzar la meta de libertad financiera. Quien no administró bien se quedó sin nada, en bancarrota; por el contrario, los buenos administradores usaron el concepto de interés compuesto. Pusieron el dinero a trabajar y lo duplicaron.
El científico Albert Einstein describió el interés compuesto como la octava maravilla del mundo. Gracias a él, podemos calcular el interés compuesto con una fórmula súper sencilla. ¡Hasta yo puedo hacerlo!
Clave importante: el dinero no tiene valor, a menos que lo pongas a trabajar. “Recuerda al Señor tu Dios, porque es él quien te da el poder para producir esa riqueza; así ha confirmado hoy el pacto que bajo juramento hizo con tus antepasados” (Deuteronomio 8:18, NVI).
Desafortunadamente, la educación financiera es pasada por alto en la mayoría de los sistemas educativos en el ámbito mundial. Lo más que llegamos a aprender es a contar el dinero, a balancear una chequera, a saber que tenemos que trabajar para ganar dinero y poder sobrevivir. Todos necesitamos y queremos dinero, pero pocos sabemos las reglas del dinero y cómo este trabaja. Lo importante no es cuánto tienes, sino cuánto retienes y multiplicas.
Me apasiona enseñar y ayudar los demás a ahorrar para el futuro, a salir de deudas, a proteger su patrimonio adecuadamente y a generar más ingreso. Mientras más tienes, más puedes dar a los demás.
Sin embargo, cuando hablamos de nuestra fe, tendemos a separar la fe y las finanzas. La Biblia tiene más de 2350 versículos que hablan de finanzas; casi el 50 % de las parábolas de Jesús son acerca del dinero. En 2 Reyes 4:1-7 Dios usa al profeta Eliseo para darle a una viuda la provisión y estrategia para ingreso de por vida. Aquí les dejo con uno de mis favoritos: “En su casa habrá abundantes riquezas, y para siempre permanecerá su justicia” (Salmo 112:3, NVI).
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