Alabanza y adoración de los niños: cuánto la anhela Dios y cómo la recibe

Líderes de Niños

Al compartir tiempo con los niños podemos notar cuánto disfrutan del estímulo musical, en especial, los más pequeños, respondiendo a través del movimiento, el canto y la ejecución espontánea. También se hace visible en nuestras clases, durante las reuniones en la iglesia que disfrutan el tiempo de las canciones de alabanza, así como la posibilidad de expresar y exteriorizar lo que hay en sus corazones. Al respecto, cuando se revisan los evangelios, uno de los aspectos que sobresale es el deseo de los niños por estar cerca de Jesús (Lucas 18: 15-17 y Mateo 21: 15-16). También podemos ver que Jesús mismo les daba lugar para que se le acercaran.

Pregunto: ¿somos conscientes de que Dios está esperando encontrarse con ellos a través de la alabanza y la adoración espontánea de cada uno? En ese caso: ¿cuál sería el rol que desempeñamos como maestros, pastores, líderes con respecto a este tema?

Alabanza y adoración

Para comenzar, debemos ponernos de acuerdo en definir brevemente de qué hablamos cuando decimos “alabanza y adoración”. Podemos definirla como la manifestación externa o conjunto de acciones que realzan, honran, ponen en valor el nombre de Dios, su persona, sus atributos: declarando lo que Él es para nosotros a través de la revelación maravillosa de que somos sus hijos y Él, nuestro Padre amoroso.

En la Biblia encontramos que Dios espera y busca que lo adoren en espíritu y con sinceridad: “Pero llegará el momento, y en efecto ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. El Padre está buscando gente que lo adore así” (Juan 4: 23 PDT); y es a través de la revelación de su naturaleza que podemos adorarlo y alabarlo como hijos conscientes de Su amor. Poniéndolo en otras palabras: Dios anhela y busca la adoración pura de un corazón que, al disponerse a expresar lo que siente y sabe acerca de Él (de su amor, su poder), no esté preocupado por sí mismo o por cómo le verán los que le rodean. Allí aparecen en escena nuestros niños.

Al compartir tiempo con los niños de edad preescolar (3 a 5 años) notamos con facilidad que, frente a situaciones de diversa índole, la mayoría de ellos expresan sin tapujos lo que sienten o piensan; es más, en algunas observamos que, a medida que van creciendo, factores internos, como son el temor por equivocarse, hacer el ridículo; inseguridad sobre sus propias habilidades; baja autoestima, o factores externos —palabras de pares o adultos que los condicionan; estereotipos que les llegan a través de las redes sociales— van debilitando esa espontaneidad y naturalidad al hablar y manifestar lo que sienten. Por ello, es fundamental que acompañemos con acciones concretas y ordenadas, el crecimiento y desarrollo en relación con la alabanza y adoración. Para que dicha espontaneidad crezca y se transforme también en algo consciente por parte de ellos, con un asidero en sus propias vivencias y experiencias, entendiendo siempre la revelación dada por el Espíritu Santo, como parte fundamental de este proceso.

Algunas sugerencias prácticas

Muchas veces, relacionamos alabanza y adoración con un tiempo para cantar o escuchar música. Pero, va más allá: incluye la gratitud que sale de nuestros labios (en forma de canto u oración). Entonces:

  1. Comienza planificando en tus clases un tiempo pautado (puede ser luego del saludo inicial, o de tomar los presentes) donde cada niño, sentado en una ronda, pueda expresar un motivo de gratitud. Tú irás anotando para luego leerlos en voz alta. Al finalizar este tiempo, puedes realizar una oración colectiva que ellos repetirán luego de ti, con expresiones de gratitud y honra a Dios Padre por su obra en la semana. En la siguiente clase, puedes cambiar la oración colectiva por una canción para interpretar juntos, luego de leer cada motivo de gratitud: canción que exalta el nombre de Dios y su persona. Te sugiero que busques una alabanza sencilla del repertorio que se canta en tu iglesia local, de ser posible, si no, elige una que sea significativa para ti y, así, poder compartirla, dando un testimonio breve. Si puedes, lleva una versión en audio de la canción o tócala con un instrumento en vivo.
  2. A medida que pase el tiempo, ellos irán incorporando esta práctica en las clases, entonces, podrás proponerles que sugieran algunas canciones para luego hacer una lista y elegir entre todos una de esa lista para cada encuentro.
  3. En el caso de los niños que ya están alfabetizados, puedes proponerles escribir sus motivos de gratitud, para que luego los compartan al grupo. Con el correr de las clases, puedes proponerles que escriban algún atributo de Dios (el que más les agrade o interese). Pueden pasar y escribir en turnos en una pizarra, o en una cartulina y dejarla como recordatorio en la clase.
  4. Acostúmbrate a poner música en la sala mientras ellos entran. Pueden formar juntos una lista que incluya canciones que se canten usualmente en tu iglesia. También puedes incluir canciones del repertorio infantil cristiano (puedes hallarlas en las redes). Asegúrate de apagar la música cuando comiences con tu rutina de clase.

Concluyendo: el propósito de la alabanza y adoración de los niños

Encontramos en la Biblia: “Los bebés y los niños te cantan canciones de alabanza. Tú les diste estas canciones poderosas para silenciar a tus enemigos que buscan venganza” (Salmo 8: 2 PDT).

Dios espera que los niños le adoren; anhela que se levanten a través de la alabanza y la adoración, para silenciar la voz del enemigo; son parte de su propósito para traer libertad a nuestras vidas. Cada vez que un niño se levanta en adoración, el Padre es entronizado y se transforman los ambientes espirituales.

Si Dios está esperando esta adoración, nosotros debemos ser facilitadores del desarrollo y el crecimiento de estos temas en nuestros niños. Debemos poder guiarlos a transformar la adoración en una práctica tan natural y especial que logre trascender nuestras clases, llegue a sus hogares y a todo lugar donde vayan.

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