Los líderes, la gente importante, el gobierno, las agencias de noticias, las instituciones de salud pública, las organizaciones, los pastores, los estudiantes y los ministerios solemos citar estadísticas en nuestros escritos, documentos, propuestas, investigaciones y discursos. Las estadísticas están, sin lugar a duda, en todos los ámbitos de la sociedad; es más, citar estadísticas te hace ver inteligente, educado, informado. Todo debe ser cuantificado y por muy buenas razones. Esto nos asegura fondos para las organizaciones, nos ayuda a entender el panorama mundial con relación a cierto problema social, ayuda al gobierno a organizar sus agendas, ayuda a los ministerios a saber dónde y cómo pueden ayudar a la gente.
El único problema que veo con esto es que a nadie le gusta ser parte de las estadísticas negativas; la gente no siente nada positivo cuando son recordados como parte de la ecuación negativa, o sea, partícipes del problema. Quisiera que en las iglesias y los ministerios citemos más soluciones y menos estadísticas negativas.
Esto es especialmente cierto cuando usamos en nuestras promociones, periódicos, boletines, prédicas, etcétera, las estadísticas de las “familias disfuncionales”, “madres solteras”, “gente desempleada”, “la gente desamparada”, “los alcohólicos”, entre otros. A veces se nos olvida que esa gente que nos está escuchando o leyendo, ellos son parte de esas mismas estadísticas y no se sienten bien al ser señalados. En nuestro ministerio de apoyo para mujeres sin marido (divorciadas, viudas, madres solteras, etc.) no citamos públicamente estadísticas en ninguna circunstancia. Sí las utilizamos para justificar nuestro trabajo con los donantes o para conseguir fondos para seguir nuestra misión, pero por nada del mundo les compartimos o les reportamos a estas mujeres que apoyamos las estadísticas de las cuales ellas podrían ser parte.
Si estamos tratando de apoyar, entonces, las estadísticas negativas sobran en nuestra ecuación. No las necesitamos. Preferimos resaltarle lo bueno que ellas aportan a la sociedad, para darle esperanza, en vez de culparlas por algunos de los males sociales por los cuales se les señala. ¿Quién quiere escuchar que a nuestra familia le llaman disfuncional y que somos parte del X por ciento de mujeres que tienen una familia así? Igual sucede con las estadísticas de los desempleados, de los incapacitados, de los enfermos terminales. Además, se debe tener cuidado especial de citar estadísticas si el público es internacional, ya que probablemente esa no sea la realidad en otros países.
Como líderes ministeriales, debemos prestar más atención a este asunto. He estado como participante en conferencias para padres y madres solteras, en las que creen ayudar a estas personas recordándoles que son parte de las estadísticas. He escuchado prédicas que dejan mucho que desear en esta área; he leído boletines y hasta invitaciones a eventos en los que se citan estadísticas negativas mientras tratan de atraer las personas. Como pueblo de Dios, debemos recalcar menos estadísticas y más el mensaje de esperanza que la Biblia ofrece.
Las estadísticas no definen a una persona, eso es tal vez parte de su pasado, pero es Dios quien define el destino de las personas. Por el solo hecho de que una persona sea parte de las estadísticas negativas hoy, no quiere decir que va a estar ahí siempre. El foco no debe estar apuntando a las estadísticas, sino en cómo vamos a ayudar a esos niños, madres y padres solteros, a los desempleados, a los desvalidos, a salir del problema que tienen y a dejar de ser parte de la estadística. Tomemos conciencia y utilicemos un vocabulario que atraiga a los necesitados a nuestros lugares de trabajo, a nuestras iglesias y a nuestros ministerios, en vez de alejarlos, porque ellos entienden que no hay nada más que hacer porque ya son parte de las estadísticas negativas.
Te comparto tres ideas que creo que pueden ser de ayuda en este sentido, para que, en vez de compartir estadísticas alarmantes, usemos nuestras plataformas en iglesias y ministerios para ser de bendición.
1. Acompaña la idea general de la estadística con una promesa de Dios, es decir, en vez de resaltar que el 50 % de todos los hogares son destruidos por el divorcio, podemos decir “ha habido un incremento de hogares liderados por mujeres y estamos seguros de que podemos minimizar esa tendencia trabajando con los matrimonios para que se mantengan unidos, sin olvidarnos de esa mujer que ya está en esa situación, porque ella también es parte importante de nuestra comunidad. Dios tiene promesas de bienestar para todas las familias”.
“No temerá recibir malas noticias; su corazón estará firme, confiado en el Señor” (Salmo 112:7 NVI).
2. Acompaña la idea general de la estadística con sugerencias: en vez de resaltar que el desempleo está a la alarmante cifra del 20 % deberíamos decir: “Como sabemos que hay una alta incidencia de desempleo en nuestra sociedad, queremos ayudarte a que consigas empleo, te capacites o busques la ayuda que necesitas”. “Corrige, reprende y anima a tu gente con paciencia y buena enseñanza” (2.a Timoteo 4:2 NVI).
3. Acompaña la idea general de la estadística con oportunidades de capacitación: en vez de alarmar por la incidencia de abuso sexual infantil en nuestra comunidad y antes de decir que 1 de cada 4 niños son abusados por algún miembro de su familia, podemos decir: “Queremos educar a las familias para que esa lamentable tendencia de abuso sexual infantil sea revertida. No queremos que ustedes sean parte de esas tristes noticias. Amamos nuestros niños y queremos lo mejor para ellos. Te invitamos a nuestra capacitación para que aprendas como cuidar a tus hijos”. “Estoy seguro de que ustedes mismos rebosan de bondad, abundan en conocimiento y están capacitados para instruirse unos a otros” (Romanos 15:14 NVI).
Tratemos por todos los medios de exhortar y educar en vez de alarmar. Continuemos preparando y compartiendo estadísticas para propósitos administrativos, pero no en nuestros púlpitos y plataformas donde son escuchados y leídos por la misma gente que nos busca para recibir una palabra de aliento. Ya la gente tiene suficiente con ver las malas noticias sobre feminicidios, jóvenes en las cárceles, niñas embarazadas, divorcios, estadísticas del COVID, etc. Seamos solidarios y recordemos que nuestro trabajo no es citarles estadísticas a los necesitados, pero sí animarlos, guiarlos y educarlos para que tengan mejores vidas y que crean más en Dios.
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