“Saluda y responde cuando entres a la iglesia”. “Estás portándote terrible”. “¿Por qué me levantas la voz?”. “¡Me estás faltando el respeto!”, “No me interesa escuchar tus razones, tú sabes lo que te he dicho”. “No me interrumpas cuando estoy hablando con otro adulto”. Levante la mano si alguna vez ha dicho alguna o todas estas frases.
Como padres, muchas veces estamos enfocados en cómo nuestros hijos hablan y cómo se comportan. Los corregimos si necesitan disciplina y nos aseguramos de que tengan buenos modales y siempre muestren respeto hacia los demás. Sin embargo, no siempre prestamos atención a cómo nosotros les hablamos y cómo nosotros les tratamos. Es sumamente difícil ver nuestras acciones de manera objetiva. Considere la siguiente pregunta, ¿cómo describirías tus interacciones diarias con tus hijos? Si pudieses grabarte en video y audio, ¿crees que tu voz suena paciente y amorosa en todo tiempo? ¿Estás conversando con ellos en temas que a ellos les apasiona o les indicas que ahora no tienes tiempo para eso? ¿Estás dando instrucciones la mayoría de las veces o criticando lo que han hecho? No te sientas juzgado, no estás solo. Tengo que confesar que, en muchas ocasiones, ha sido mi realidad. Tenemos que detenernos y analizar qué tipo de relación tengo con mis hijos versus qué tipo de relación deseo tener con mis hijos.
Entonces, ¿cómo debo hablarles a mis hijos?
El tono de voz es muy importante cuando nos comunicamos con nuestros hijos, no importa la edad que tengan. Un tono de voz calmado y palabras positivas nos ayudan a tener interacciones positivas y desarrollar un carácter de templanza y dispuesto a crecer y madurar.
Recordemos que no somos la única voz que nuestros hijos escuchan. Hoy en día, hay demasiadas fuentes de información y nuestros hijos son el blanco perfecto. Nuestros pequeños están siendo zarandeados constantemente por diferentes agendas e ideologías en las cuales Dios no es exaltado. Nuestros hijos están creciendo en tiempos donde se dice que la verdad es relativa. La mejor manera de pelear esta batalla es permanecer de rodillas firmes en el fundamento de la Palabra y mantener el corazón de nuestros hijos cerquita del nuestro. Honremos a nuestros hijos y nuestra relación con ellos y así ganaremos su corazón para que el mundo y sus ideologías falsas no les confundan y les roben el propósito a nuestros hijos.
Si el corazón de nuestros hijos está conectado al nuestro y nuestro corazón está escondido en el lugar secreto de Dios allí también estará el de ellos.
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