La educación cristiana y los "ángeles que brillan".

Líderes de Niños

La Iglesia de Cristo debe ejercer el ministerio congregacional para bendecir a las personas con necesidades diferentes, a quienes podríamos identificar de manera positiva como “ángeles que brillan”. El apóstol Pablo afirma: “Más bien sírvanse unos a otros con amor” (Gálatas 5:13 RVC). Ese es un mandato bíblico que incluye a toda la creación de Dios. En ese grupo debe estar incluida una población que, por muchos años, no se tomó en consideración.

La discapacidad es una realidad humana vista de manera distinta en los diversos períodos históricos y en diferentes civilizaciones. Las investigaciones y los estudios de la historia de la humanidad revelan mucho dolor y grandes tragedias en relación con esta frágil población. En siglos anteriores a las personas que nacían con alguna deficiencia, ya sea física, sensorial o mental, como sordera, ceguera, parálisis, tetraplejia, entre otras condiciones, las confinaban a grandes encierros.

Los cambios de actitud han logrado transformaciones en la comprensión de determinadas características físicas que antes se consideraban discapacidades. En las sociedades actuales existen leyes para proteger parte del entorno y los espacios públicos y privados para las personas con necesidades especiales, a fin de garantizar su participación en todos los ámbitos religiosos, culturales y sociales, sin ningún tipo de discriminación.

En el mundo y las sociedades de donde surgen el Antiguo y el Nuevo Testamento, a los enfermos, sin tener en cuenta sus condiciones, se les consideraba pecadores. En otras palabras, eran personas que se habían apartado de Dios; por esa razón, las discriminaban y las ponían al margen de la sociedad. Esas criaturas enfermas sufrían en extremo lo que padecían, no solo desde el punto de vista físico y social, sino también emocional y espiritual.

Jesús llega a romper con esta percepción equivocada de la creación de Dios. Sus constantes acercamientos de amor y encuentros de liberación con los enfermos revelan que Dios no está lejos de ellos. Sus actos milagrosos de sanidad y liberación les permiten al hombre y la mujer la recuperación de su dignidad y la posibilidad de disfrutar la vida en comunidad. El ministerio de Jesús con las personas con necesidades especiales nos muestra cuán importante fue esta población para Él.

Cuando hablamos de una “niñez con necesidades especiales”, nos referimos a todo niño o niña que pueda necesitar ayuda adicional en la vida, debido a algún problema médico, físico, emocional o de aprendizaje. Estos niños tienen necesidades especiales, según los expertos en el tema, pues pueden requerir medicinas, terapias o algunas ayudas físicas en el hogar, la escuela, el parque o la iglesia, las cuales otros niños no suelen precisar o que solo lo necesitan de forma esporádica.

Incorporar en los programas de educación cristiana a la niñez con necesidades especiales y particulares no es una tarea fácil, mucho menos superficial ni improvisada. No son responsabilidades y ministerios sencillos, debido a diversas razones, entre las cuales podemos identificar las siguientes: falta de conocimiento o preparación de los líderes y el personal encargado; carencia de lugares adecuados para implantar estos programas; poco interés en atender a esta población, pues esa niñez no forma parte del presupuesto de la iglesia; o no se le da participación a ningún miembro de la familia en el proceso de enseñanza.

Ante los problemas y las dificultades que enfrentan los “ángeles que brillan” y sus padres, la iglesia debe preparar el camino del servicio a esta población que sufre, llora, se lamenta, se separa y se siente sola. Como creyentes, tenemos el llamado a acompañarlos con ternura y compasión en su difícil camino humano y psicológico. Todo esto lo podemos lograr mediante una acción educativa de calidad, dirigida y eficaz, de hermanos y hermanas de buena voluntad que están dispuestos a prepararse para servir y alcanzar un milagro.

A fin de vivir a la altura del amor que se describe en 1a Corintios 13, el tema de la educación cristiana para los “ángeles que brillan” debe ser prioridad en nuestras congregaciones. Así que es necesario escoger e invertir en los mejores seminarios y talleres que preparen a los próximos líderes de estos proyectos. Con esos nuevos ministerios eficaces de enseñanza, el sistema educativo de la iglesia podrá responder a las necesidades de los niños con alguna discapacidad. Esta respuesta de servicio y amor al prójimo ayudará a preparar un contexto educativo adecuado para todos los creyentes.

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