Qué significan las Escrituras para los niños y la familia

Líderes de Niños Padres

 

Las Escrituras de Dios, a través de toda su historia o existencia del hombre, muestran sus principios como una lámpara o como una gran lumbrera para el camino del hombre. En la historia ha habido momentos en los cuales la Palabra de Dios como lámpara fue ocultada para la humanidad, lo que generó una oscuridad espiritual para el hombre, porque la Palabra de Dios ilumina el entendimiento de este y establece una línea moral y ética para poder vivir en esta sociedad en paz, en justicia y en amor.

Por esto mismo, en la actualidad, debemos considerar la importancia de que los niños tengan un acercamiento continuo hacia la Palabra de Dios. Un niño con principios bíblicos desarrolla una capacidad mayor con respecto a la justicia, con una conciencia social y un amor al prójimo contrario a cuando se niega al niño el conocimiento de las Escrituras, ya que lo dejamos expuesto con una mente abierta a filosofías humanistas, a un desarrollo egocéntrico en el cual su mente tiende al pensamiento: “yo soy inteligente, yo puedo por mí mismo, yo soy el mejor, no hay nadie mejor que yo, etcétera”. Esto genera una mente egoísta e individualista que termina dañando las relaciones sociales.

Hoy en día, el “bullying” ha cobrado tanta fuerza y se ha potenciado porque en esas mentes no está registrado el valor de las Escrituras, en las cuales están las directrices, los mandamientos y las normas para vivir en comunidad. Las Escrituras, como lámpara en la mente de un niño, traen luz para amar, respetar y ayudar a su prójimo (aunque sea un prójimo que no sea conocido), alquien tiene la capacidad de tender la mano a aquel que lo necesita, como dijimos anteriormente cuando la lámpara, que es la Escritura, se escondió al mundo, este se mantuvo por varios siglos en una oscuridad dañina, triste y que dejó grandes cicatrices en nuestra humanidad.

Consideremos cuando una familia no tiene la lámpara, que es la Palabra de Dios, esa familia entra hoy en un estado de oscuridad, en el cual los padres no tienen una guía práctica con respecto a la moral y la ética, la cual debe enseñar a sus hijos, esto significa que en estas áreas los niños reciben enseñanza y educación de algunos movimientos, los cuales generan pensamientos ideológicos que con en el tiempo se fortalecen y vemos niños fríos, muy insensibles, con falta de respeto a las autoridades, etcétera. Una familia o un matrimonio, al no tener la luz de las escrituras, aplicará hoy el sentido común, la capacidad humana para tener un buen matrimonio, pero los principios que establecen las Escrituras en el matrimonio son superiores a cualquier filosofía o ideología.

Las Escrituras dicen que los esposos deben amar a sus esposas como Cristo amó a la iglesia, que dio su vida por ella, también dice que nosotros los varones debemos tratar a nuestras esposas como el vaso más frágil. Esto significa que debemos cuidar de no romper el corazón de nuestras esposas, como también dice que no debemos ser ásperos con ellas. He citado estos tres principios bíblicos con respecto al matrimonio, a esto me refiero con tener la lámpara en medio del núcleo familiar. No quitemos la lámpara para que no se oscurezca el corazón de una familia, recordemos que esta es la institución más importante de nuestra sociedad. Sin familia, la sociedad es infértil y no puede dar vida a una nueva generación, pero sin las Escrituras dará vida a una nueva generación, con las peores enfermedades sociales, violencia, drogadicción, narcicismo, insensibilidad, etcétera.

Hay un texto de las Escrituras que dice lo siguiente: “pues por falta de conocimiento mi pueblo ha sido destruido. Puesto que rechazaste el conocimiento, yo también te rechazo como mi sacerdote. Ya que te olvidaste de la ley de tu Dios, yo también me olvidaré de tus hijos” (Oseas 4: 6, NVI).

Este ejemplo nos muestra la consecuencia de no tener un conocimiento del Creador.

Por último, las Escrituras deben estar prácticamente en todos los hogares, cuando la abrimos, la leemos y la practicamos está encendida en su máximo esplendor, con una potencia de luz que traspasa generaciones.

“Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero” (Salmo 119: 105, NVI).

 

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