Cinco pasos para hablar sobre sexualidad con nuestros hijos

En muchas familias, el tema de la sexualidad no se habla. Pero, los medios, los juegos, el colegio y las noticias están más que listos y dispuestos para enseñarles a sus hijos sobre la sexualidad. Ellos no esperarán hasta que cumplan 18 años, de hecho, iniciarán su adoctrinamiento sexual a sus tres años, si no antes. Papás, si no hablan con sus hijos abiertamente de este tema, el mundo lo hará por ustedes. Ahora bien, no debemos abordar la sexualidad con “cara de fuchi”. Nuestros hijos son seres sexuales por naturaleza y si ven este tema como tabú por culpa de sus padres, muchos optarán por una doble vida.

Consideremos Efesios 6:4: “A vosotros, padres, no provoquéis ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor”. Ahora veamos una traducción más literal del texto del idioma original: “Y vosotros, padres, no hagan indignantes a vuestros hijos, sino estén nutriéndolos en disciplina y amonestación del Señor”. Este texto nos presenta dos contrastes: el primero es hacer indignantes y su polo opuesto es estar nutriendo a los hijos. ¿Cuál es el punto aquí y qué tiene que ver con la sexualidad? Hay dos maneras en las que se suele dirigir a los hijos con respecto la sexualidad. Por un lado, es empujarlos, tal como el pastor alemán ladra a una manada de animales y así hacerlos indignantes; en otras palabras, se suele enseñar a la fuerza y bajo amenaza. Por otro, es ignorar completamente el asunto y dejar que la educación pública los enseñe. ¿Cuál es lo opuesto a estas dos lamentables pero frecuentes maneras de abordar la sexualidad? Efesios 6:4 nos enseña que hemos de estarlos nutriendo, continuamente.

Cuando consideramos la palabra “nutrir”, lo primero que se nos viene a la mente es comida. Pensemos en el plato preferido de su país o familia. ¿Cómo nutre a su familia con esta comida? Primero, consigue los alimentos que necesitan sus cuerpos; segundo, prepara los alimentos; tercero, se reúnen como familia para recibirlos juntos. Después, se da gracias a Dios por su provisión y, finalmente, se participa en la cena juntos. ¿No creen que podemos aprender mucho del uso divino del verbo “nutrir” en este texto?

¿Cuál es la manera en la que puedo “estar nutriendo” a mis hijos en el Señor? Con respecto a la comida, ya habíamos dicho que primero se consiguen los alimentos que necesitan sus cuerpos. En la amonestación del Señor, podemos imitar este primer paso; como padres debemos prepararnos primero para entregarles lo que sus almas necesitan. No se puede dar lo que no se tiene.

Segundo, al igual que se preparan los alimentos, los padres deben preparar de antemano los materiales y los recursos que quieren compartir con ellos en relación con la sexualidad. En el momento, la pena, la vergüenza o los nervios le van a dar una mala pasada. Si tiene un estudio escrito —o al menos los puntos principales y sus textos bíblicos—, le ayudarán mucho a no perder el hilo y dar un estudio más exacto y al grano.

Tercero, al igual que se reúnen como familia para participar en una comida, han de planificar reuniones familiares para hablar de este tema y otros más. Siempre habrá compromisos y todos sabemos que a medida que crecen los niños, más difícil es tratar con sus compromisos para tener tiempo juntos sin distracción.

Cuarto, al igual que se da gracias por los alimentos antes de comer, los animo a que siempre vayan ante el Señor en oración genuina (no por cumplir o por hábito) juntos antes de hablar.

Quinto, al igual que se participa en la cena juntos, los animo a que cuando hablen, no sean dictadores; es decir, los niños se abren más en un contexto de conversación en vez de cuando están calladitos escuchando. Por supuesto, no soy papá liberal y hay muchos momentos en los cuales los hijos deben solo estar callados, escuchando por su propio bien, pero, así no debe ser el caso siempre. Ahora bien, si usted tiene hijos ya de 16 años para arriba y si nunca ha tocado estos temas, tendrá que mantener control de la conversación. Si ellos ya han sido influenciados por el sistema del mundo, puede que se desate un debate.

Acuérdense, papás, las convicciones bíblicas sobre la sexualidad no se basan en la mayoría del voto y no son consejos, sino órdenes divinas. En otras palabras, cada papá tendrá que evaluar su contexto familiar para saber cuánta cabida se da a los hijos para conversar sobre este aspecto.

Tomado de su libro Autonomía sexual en un mundo posmoderno: Una respuesta bíblica, pastoral y apologética. Editorial CLC y distribuido por Unilit.

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