Al servir a los niños y a sus familias en nuestras iglesias, queremos llevarlos a una transformación integral que involucre a toda la persona y a su vida cotidiana en el contexto de la misión de Dios en el mundo.
Para comenzar en esta conversación, necesitamos explorar lo que entendemos por la Misión Dei (término Latino para la misión de Dios). Me gusta la descripción que Kirk nos da; “Se refiere principalmente a los propósitos y actividades de Dios en y para todo el universo”1. Necesitamos recordar que Él está cumpliendo activamente su voluntad en el universo en este momento en todos los aspectos de la vida, lleno de misericordia y amor.
El propósito de la naturaleza Trinitaria de Dios es reunir a toda la creación bajo el señorío de Cristo Jesús en quien, por el poder del Espíritu Santo, todos podemos tener comunión con Dios.
Recordemos que Jesús estableció el Reino de Dios indicando que no es para más tarde, algo que esperar; está aquí y ahora. Las propias palabras de Jesús son; “Ha llegado el momento”, dijo. “Se ha cumplido el tiempo – decía -. El reino de Dios está cerca. ¡Arrepiéntanse y crean las buenas nuevas! “(Marcos 1:15) Esta es la naturaleza liberadora de la invitación de Jesús para todos nosotros. Wilson señala: “No traemos el reino, simplemente estamos llamados a participar en lo que Jesús ha comenzado y continúa a través del Espíritu Santo”2.
La invitación de hoy es para reconsiderar la misión y el ministerio de Jesús como hemos conocido; “Jesús, el Hijo de Dios, vino a la tierra para proclamar las ‘buenas nuevas de la salvación de Dios’”. Inauguró su ministerio. (Marcos 1: 15) Predicó y reclutó a sus discípulos que comenzaron a viajar con Él y eventualmente formaron la iglesia con él. Su ministerio implicó mostrar amor y compasión a todos y finalmente entregó su vida por todo el mundo. (Juan 1:29; 3:16) Él resucitó de la muerte y comisionó a sus discípulos a ir a todo el mundo para representarlo viviendo y demostrando la vida en Cristo a todo el mundo; proclamando las buenas nuevas de su reino en el poder del Santo Espíritu. (Mateo 28: 19-20)
La manera tradicional como hoy vemos la misión es desde un solo enfoque: “Compartir la palabra de Dios”; Necesitamos hacer un ajuste pues Jesús vino a redimir y restaurar lo que Dios había querido desde el tiempo del Génesis, Dios tiene un plan y una misión que se estableció en la vida, la muerte, la resurrección y la ascensión de Jesús. Todavía hoy mismo Él tiene la intención de que Su Reino se establezca en la tierra y nos invita a participar con Él llevando la Palabra en proclamación y acción.
No puede haber un evangelismo auténtico separado de un testimonio viviente del poder transformador del Evangelio en acción. La invitación es entonces alertar a los niños y sus familias sobre el reino universal de Dios en Cristo hoy.
Vivimos este reino de Dios en nuestra vida cotidiana en nuestros hogares e iglesias de hoy. Sí, hay injusticia, poder corrupto y pobreza en este mundo, pero debemos alertar a los demás de que hay un reino diferente lleno de amor, compasión y justicia en Cristo demostrado en las acciones de amor de los “cristianos” (seguidores de Cristo).
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