“Mas éste es un pueblo saqueado y pisoteado, todos ellos atrapados en cavernas y escondidos en cárceles. Son puestos para despojo y no hay quien los libre; son despojados, y no hay quien diga: ‘¡restituid!’ ¿Quién de vosotros oirá esto? ¿Quién atenderá y escuchará respecto al porvenir?” (Isaías 42: 22-23 RV1995). El rechazo no es parte del diseño de Dios para sus hijos, ya que nos impide ver y aceptar su gran amor.
El rechazo puede ocurrir por el abandono, el abuso o un trauma. Planta semillas de amargura, desconfianza, inseguridad, incredulidad y enojo en el corazón. Esas semillas pueden dejar una vida en ruinas, atrapada en cavernas y cárceles, atados, Bloqueados, secuestrados. Puede hacer sentir a un niño dolido, separado violentamente, aplastado y triste. Qué escenario tan devastador.
Los niños fueron creados por Dios para ser amados, protegidos y dirigidos. Dios los hizo dignos de recibir y dar amor; dignos de ser respetados y bendecidos. Como ministros somos llamados a levantar la niñez, a dirigirlos a restaurar su relación con Dios y con su prójimo. Veamos esa tarea delegada como la que realizó Nehemías cuando observó a Jerusalén en ruinas. El lloró, se dolió, oró y ayunó ante Dios. Fue el medio y respuesta para tan grande proyecto de restauración. Identificó las áreas que estaban rotas y en ruinas. Dios le reveló el plan o proceso para completar la tarea.
Así mismo, Dios quiere revelar a los padres de familia la condición del corazón de sus hijos. El ministerio de niños es un brazo extendido de ayuda a las familias. Pueden identificar juntos si la acusación, el miedo, la hipersensibilidad, la amargura, el enojo están saboteando el desarrollo de los niños como resultado de experimentar el rechazo.
¿CÓMO AYUDAMOS A RESTITUIR EL SENTIDO DE DIGNIDAD E IDENTIDAD EN DIOS?
- Presentando a Jesús como libertador. Él traerá seguridad, estabilidad, un entorno lleno de amor y confianza como para que el niño acuda a Dios. Él restaura toda ruina. El completa toda obra. Él da un nuevo corazón. “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne” (Ezequiel 36:26 RV60). Él nos acepta.
- Enseñemos a que se deshagan de todo pensamiento que les reste valor y dignidad antes de que se convierta en una fortaleza.
- Enseñemos la opinión de Dios sobre ellos registrada en la Palabra. Son generación escogida, separada para Él.
- Enseñemos a acercarse a Dios con el corazón correcto aun cuando se sientan débiles.
- Enseñemos que perdonar al que nos rechaza alivia nuestro dolor y nos posiciona en el lugar para la restauración. Levantémosle de su triste estado a uno de bienestar.
- Afirmemos su identidad en Dios, para que puedan enfrentar la burla y el rechazo, que ciertamente lo enfrentarán en algún momento de sus vidas. Equipemos a la niñez con el carácter de Cristo.
Seamos de los que responden al clamor ante un escenario en ruinas. Restauremos la niñez.
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