Hay un sinnúmero de habilidades que un ser humano puede alcanzar a desarrollar a lo largo de su vida. Por supuesto que, con el paso de los años, vamos eligiendo de entre unas y otras, aquellas que más nos animan. Así, en la juventud, podemos distinguir que hay personas que aman el deporte, la preparación de alimentos o la argumentación filosófica. Otros son excelentes para armar y desarmar algo, para tomar fotos, mejorarlas y hacernos soñar; otros nos permiten “aterrizar” nuestros sueños con consejos sensatos e interesantes. Pasado el tiempo vemos a esas mismas personas trabajando en un laboratorio, diseñando imágenes o artículos periodísticos, alimentando a otros, sumando éxitos deportivos profesionales y mucho más.
¡Por supuesto, es imposible que una sola persona las desarrolle todas! Sería formidable que la vida nos diera oportunidad de vivir todas las experiencias, pero no es así. Por ello es indispensable que, durante la etapa de formación de los niños se les enseñe aquellas habilidades básicas que les permitan aspirar a lograr muchas de esas habilidades y sentirse satisfechos. Algunas de esas habilidades las damos por hecho, como respirar, hablar, caminar, comer, brincar, etc. Mientras que otras, igual de esenciales, pensamos que no son tan esenciales y no se les presta suficiente atención, tales como la lectura, la escritura, el desarrollo de una idea, la expresión de una historia, la narración de un hecho, etc. Por experiencia puedo afirmar que, un niño que no recibe el suficiente apoyo y estímulo para desarrollar todas estas habilidades crece con una desventaja enorme en comparación con otros de su misma edad. No hablaré de su alimentación, porque ese es tema de otro artículo.
Una de esas habilidades desatendidas es la lectura, por ello, me permito compartir con ustedes, queridos lectores, una serie de beneficios que obtiene el lector a quien le ofrecen un escenario de desarrollo más amplio en comparación con aquellos que no leen o lo hacen de forma deficiente.
Aquellas personas que leen obtienen un marcado desarrollo de su inteligencia, desarrollan habilidades como la astucia, la creatividad, ejercitan su memoria, se muestran personas más relajadas, se liberan de tensiones, estimulan la salud de su cerebro, desarrollan una mejor expresión oral y escrita, mejoran en su empatía, alcanzan mejores niveles de concentración y se relacionan mejor con otras personas.
Entre los grandes beneficios que podemos ver a largo plazo en aquellos que desarrollan el gusto por la lectura podemos encontrar:
- Evita enfermedades como el Alzheimer, altamente asociada con la pérdida de memoria y las facultades mentales regulares.
- Solución de problemas del día a día, gracias a la información recibida en las lecturas realizadas.
- Evita conflictos, especialmente, los de opinión, generados por falta de criterio y deficiente información en los argumentos.
- Profundiza las relaciones amistosas, al mejorar los temas de conversación y entender cómo tratar mejor a los demás.
- Mejora del descanso, ya que la lectura previa al momento de dormir estimula la relajación y nos lleva a un disfrute del dormir. Pero ¡cuidado!, no lo realices desde un teléfono celular con el brillo alto, ya que el efecto será inverso.
Ahora bien, si sabemos que la lectura es uno de los pilares en la formación adecuada de los seres humanos ¿por qué no nos tomamos el tiempo de invertir en nuestros niños el gusto por ella? ¡Por supuesto, invertir ese tiempo en la lectura de la Palabra de Dios nos llevará a tener niños sabios y verdaderos discípulos de Cristo! Veámoslo de la siguiente forma; al leer la Biblia correctamente:
- Obedecemos a Dios. “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” (Josué 1:8 RVR60).
- Recordamos lo que Dios admite y lo que no. “Después de esto, leyó todas las palabras de la ley, las bendiciones y las maldiciones, conforme a todo lo que está escrito en el libro de la ley” (Josué 8:34 RVR60).
- Podemos poner en práctica lo que Dios nos mandó sin desviarnos. “Aquel día se leyó en el libro de Moisés, oyéndolo el pueblo, y fue hallado escrito en él que los amonitas y moabitas no debían entrar jamás en la congregación de Dios” (Nehemías 13:1 RVR60).
- Desarrollamos gustos y hábitos del reino. “Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche” (Salmos 1:2 RVR60).
- Escuchamos sugerencias que nos hacen sabios. “Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza” (1 Timoteo 4:13 RVR60).
- Evitamos malas interpretaciones de las enseñanzas de Dios. “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca” (Apocalipsis 1:3 RVR60).
Animemos a nuestros niños a seguir el ejemplo que les brindamos al vernos leer libros físicos, no e-books, ya que esto les hace pensar que nuestros dispositivos son simples instrumentos de diversión. Pasemos tiempo leyendo juntos en un tiempo devocional que anime a todos a escuchar, pensar, meditar y elegir formas en las que vamos a actuar y a obedecer lo que hemos leído; formemos una biblioteca familiar con materiales de utilidad para todos. La cultura universal, la ciencia, la literatura universal serán instrumentos que con los cuales podrán abrir nuevas posibilidades, para así entender los principios divinos que irán descubriendo al leer la escritura. Abandonemos la idea de que los videos o las películas son sustitutos de la lectura, porque ello limita el desarrollo de la imaginación y la creatividad.
Hoy en día, la cantidad de personas que crecieron omitiendo la importancia de leer es abrumadora. Si la iglesia tuviera programas de lectura para todos sería un espacio de desarrollo personal increíble. Leer nos abre la mente; leer dispara nuestra inteligencia; leer la Biblia nos acerca a Dios mejor que nada.
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