La comunicación eficiente con el adolescente

Conocer al alumno es una tarea primordial para poder llegar a él. Es llevarlo a desarrollar su naturaleza espiritual e influir sobre su vida a fin de acercarlo a Dios.

El éxito de un maestro o líder depende de la comprensión que tenga de la realidad del alumno y de la visión del mundo que posea. Cada franja de edad exige una atención especial. Los métodos utilizados para el adulto, por ejemplo, difícilmente servirán para un niño o adolescente.

Veamos cómo se puede utilizar el potencial de los adolescentes para obtener una comunicación eficiente. Cuando se trata de adolescentes se deben considerar los siguientes aspectos:

Primero, su capacidad intelectual. El maestro debe tener en cuenta el desarrollo intelectual del adolescente, su capacidad para establecer relaciones y para resolver problemas de una complejidad cada vez mayor. La mente del adolescente es un poderoso instrumento que, muchas veces, se convierte en una fuente de alegría para él.

Lo demuestra a través de su entusiasmo, curiosidad y de la sensación de descubrimiento o de triunfo al haber terminado un rompecabezas o de haber resuelto un problema desafiante. El maestro debe aprovechar ese potencial y llevar al alumno a adquirir una visión significativa de sus experiencias subjetivas.

Comprender al adolescente

La adolescencia es una de las etapas más lindas de la vida del ser humano, sin embargo, también la más compleja. El adolescente comienza a adentrarse en el mundo adulto debido a su crecimiento y a los cambios de su cuerpo, y posteriormente a través de sus capacidades y emociones.

Uno de los grandes secretos del éxito en el trabajo con adolescentes reside en el hecho de comprender esa etapa de la vida. Los cambios son lo típico de la adolescencia y es necesario entenderlos. La intensidad y la frecuencia de los procesos orgánicos experimentados por el adolescente lo llevan en muchas ocasiones a realizar rápidas modificaciones en su estado emocional.

1. Desarrollo motriz

Entre los diez y los doce años el niño se encuentra en la pubertad. Se trata del inicio de la adolescencia. En esta etapa el crecimiento físico es de alrededor de 10 cm. por año, acompañado por un aumento de peso corporal de alrededor de 9,5 kg por año. Luego de este período el crecimiento es más lento: entre 1 y 2 cm al año, y su peso corporal de alrededor de 5 kg por año. La última etapa del desarrollo del individuo se caracteriza por alcanzar su estatura máxima.

La pubertad es la mejor edad para el aprendizaje motor, notándose mejorías en sus niveles de fuerza, una rápida madurez morfológica y funcional, y maduración laberíntica (Maduración de reflejos). La unión de estos elementos produce las condiciones necesarias para un pleno desarrollo motriz.

De los doce a los quince años se produce un gran cambio en el comportamiento psicológico que conlleva una gran inestabilidad emocional, lo que contrasta con su alto nivel intelectual. Su crecimiento es desproporcionado, lo cual lo lleva a tener problemas de coordinación motriz.

Recién adquiere estabilidad en la post pubertad, que va de los quince a los diecinueve años. En ese período se produce una armonía de las proporciones corporales, acompañada de una mejoría en la coordinación motriz y con obvios reflejos en su plasticidad deportiva. Existe un aumento más notorio de la fuerza muscular, posiblemente provocado por la estabilidad y la regularización hormonal y psíquica, culminando en una etapa en la que desarrollan su máxima capacidad de entrenamiento.

2. Desarrollo cognitivo

El adolescente es capaz de pensar conceptos como libertad, justicia y otros. También logra sacar conclusiones acerca de distintas hipótesis. La meta de su reflexión es la sociedad, siempre analizada como posible de ser reformada y transformada. En la adolescencia el individuo alcanza la cima de su desarrollo cognitivo.

2.1. Etapa de las operaciones formales

Piaget llama a este período “Etapa de las operaciones formales”, el cual comienza a los 11 años. En él se produce el desarrollo de las operaciones de razonamiento abstracto. El niño se libera completamente del objeto, inclusive del representado, operando ahora con la forma (en contraposición al contenido), situando lo real en un conjunto de transformaciones. Es considerada la etapa de apertura hacia todo lo posible, en la cual el niño asimila ese nivel lógico-matemático. En los grupos establece relaciones de cooperación y reciprocidad.

El maestro debe explorar el potencial intelectual del adolescente llevándolo a la utilización del razonamiento, estimulándolo al descubrimiento de enigmas y a la investigación de temas que le provoquen curiosidad, que sean atractivos y de interés para él.

2. Desarrollo psicosocial

En la adolescencia el individuo posee una gran necesidad de tener vivencias grupales, así como también de realización personal dentro del grupo en el cual se encuentra inserto. Es común que desee formar parte de una comunidad (grupo), como también desarrollar trabajos en grupo. Por lo tanto, es importante facultarle ese derecho. La convivencia en un grupo es un factor preponderante para la definición de la identidad del individuo.

La identidad del adolescente se define en términos de su realidad social y a través de las respuestas a preguntas existenciales, tales como: ¿Quién soy? ¿Cuál es el sentido de mi vida? ¿Cuál es mi destino? La respuesta será, evidentemente, una cuestión personal, idealmente caracterizada por la carencia de ambivalencias y por contradicciones internas.

Enseñar al adolescente

Quien enseña a los adolescentes debe tener conciencia de que sus alumnos ya no son niños ni tampoco adultos, sino seres que sufren las consecuencias de un proceso de transformación de su cuerpo, sus ideas, sus emociones y sus conductas.

Si el maestro intenta llegar al adolescente comprendiendo su proceso madurativo, amándolo y dedicándose a él, sin dudas descubrirá que posee el mejor alumno del mundo.

Otro aspecto importante que no puede ser olvidado por el maestro es la capacidad que tiene el adolescente de trabajar con conceptos abstractos. Es capaz de dominar en mayor proporción el saber relacionado con los símbolos y con las artes que con los objetos concretos. El maestro debe desarrollar métodos y técnicas adecuadas para enseñarle la Biblia y los valores cristianos. Métodos y técnicas aplicadas de forma adecuada despiertan la atención del alumno y producen un excelente resultado.

1. Involucrar al adolescente en las actividades educacionales

El adolescente, a pesar de su inquietud, es por demás participativo. Si el maestro logra explorar ese gran potencial verá lo fácil que es involucrarlo en las actividades de la clase.

Les daré algunas reglas que harán que sus clases sean más atractivas: Llévelos a investigar durante la semana el tema a ser estudiado. Presénteles algunas fuentes de consulta para sus investigaciones. Plantéeles debates acerca de temas actuales.

Utilice un lenguaje comprensible, y realice en la clase actividades como:

  • Trabajos con una presentación acerca de determinados temas.
  • Escenificaciones.
  • Dinámicas de grupo.
  • Competencias.
  • Entrega de premios para aquellos que ganan.

2. El maestro es un consejero

El maestro también desempeña un papel de consejero ya que ayuda al adolescente a tratar sus problemas y frustraciones. Un maestro que inspira confianza y se relaciona adecuadamente con sus alumnos se convertirá en un potencial consejero. Un alumno que confía en su maestro jamás dejará de buscarlo. Nadie mejor que él para guiar a sus alumnos.

Hay muchos temas relacionados con las diversas áreas de la vida de los alumnos que deben ser tratados abiertamente. A veces visualizamos solo los problemas de índole espiritual e ignoramos otros aspectos importantes como: la vida sexual, emocional, familiar, financiera, de salud, etc.

El maestro debe pedir sabiduría a Dios para poder guiar a sus alumnos de manera correcta, ayudándolos a resolver sus dudas y a fortalecer su fe. Puede tratar temas actuales como: el noviazgo, la sexualidad, la prostitución, la homosexualidad, el SIDA, las drogas, la violencia y otros, para lograr llamar su atención.


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