Las personas sin pareja no deberían ser dejados atrás

Hace una semana estaba en una iglesia y presencié algo que me “rompió el corazón”. Se acercaba el día de los enamorados, por lo cual el mensaje era relacionado al amor en el matrimonio; no se habló de ningún otro tipo de amor o relación. En el mensaje se ignoró el hecho de que muchas personas que estaban presentes no tenían pareja. Habiendo sido una mujer sin marido la mayor parte de mi vida, comencé a sentir el mismo malestar que me imaginaba estaban experimentando algunos de los presentes. Se sentía incómodo, no porque el tema era de matrimonios, sino porque parecía que esa era la única posible situación de la gente presente.

Al final del mensaje, todo empeoró. Invitaron a todos los matrimonios a tomarse de las manos y a pasar al frente. Unas treinta parejas se desplazaron hasta el altar; se suponía que yo pasara al frente agarrada de la mano de mi esposo, pero en ese momento tenía que tomar una decisión; mirar al frente o mirar hacia atrás. Sabía lo que iba a ver cuando yo mirara, no hacia el frente, donde estaban las parejas, sino cuando yo mirara hacia atrás. Allí donde estarían aislados y expuestos los “solos” de la iglesia. En cuestión de segundos le pregunté a mi esposo si él estaba de acuerdo en que nos quedemos sentados en apoyo a los dejados atrás. Fuimos el único matrimonio que no pasó al frente. Al voltear mi cuello, veía gente sola por aquí y por allá, completamente solos y esparcidos a través de la iglesia. Al salir, había algo aún peor esperando por los “solos” de la iglesia. Los matrimonios fueron invitados a realizar una dinámica del amor, en la que ellos pintaban sus manos en un papel y se sacaban una foto en un paisaje que leía “Juntos para siempre”. Supe que estas personas sin pareja pasarían ese día muy tristes, ya que habían sido ignorados.

Al otro día, me tocaba dar una clase para mujeres sin marido en esa misma iglesia. Cuando comenzamos la clase, las mujeres comenzaron a comentar (sin que nadie les preguntara) cómo se sintieron durante ese servicio del día del amor. Una dijo que se fue a medio servicio, otra comentó que lloró, otra dijo que le tomó todo un día superar lo que sintió allí.

No tomen esto a mal. La intención del pastor fue excelente, sin embargo, yo le dejé saber mi sentir, ya que el resultado no fue bueno para todos. Sabemos que hay que hacer actividades para los matrimonios, pero si la actividad es pública, deben entonces añadir palabra, actividades y recursos para no dejar atrás a la gente que no tiene pareja, puesto que ignorarlos no resuelve el problema, solo lo agrava. Dañamos sus corazones al hacer esto. Imaginemos que es Jesús el hombre “solo” que está escuchando o viendo lo que pasa, ¿cómo se hubiese sentido en un momento así? Opino que Él llamaría eso una injusticia y que no se hubiese quedado callado.

Estas situaciones incómodas no son algo nuevo. Escucho quejas de este tipo entre las mujeres sin marido a través de toda Latinoamérica, en iglesias anglosajonas y en diversas denominaciones, por lo cual entiendo que es un problema general, es decir, no situaciones aisladas. Deseo proponerles a los pastores, líderes y directores de ministerios lo siguiente cuando tengan que hablar de un tema de matrimonios, de familia o de soltería.

  1. La regla de oro que podría solucionar estos malentendidos es: por cada actividad, mensaje etcétera, que realicen para matrimonios, deberían incluir el plan/opción para las personas sin parejas y viceversa. ¿Crucero para matrimonio? ¡Excelente! ¿Qué tal anunciar a la misma vez el “Retiro para todas las personas sin pareja”?

  2. Cuando hablen de solteros, por favor expandan las categorías. Deben aclarar lo que eso significa y a quién incluye: “Este mensaje es para todos los solteros de la iglesia; los viudos, nunca casados, los divorciados, los padres solteros, etcétera”.

  3. Cuando hablen de familias, expandan las categorías ya no todas las familias tienen un papá o mamá presente.

  4. Estar sin pareja puede significar muchas cosas. No olvidemos a las parejas que tienen sus esposos en un centro de rehabilitación, en la cárcel, el que ha sido abandonado, el que su pareja emigró. No hay algo tan simple como “Tiene o no tiene pareja”, porque siempre hay un pero…

  5. Cuando sea necesario dar un tema público sobre matrimonio, solo reconozca que hay mucha gente escuchando que trató todo lo que usted va a explicar y aun así no pudo salvar su matrimonio. Dele una palabra de aliento a esa gente y continúe con el mensaje. Ese pequeño detalle hace una gran diferencia.

  6. Cuando sea necesario unir a los matrimonios en público, dé la opción de que dos personas sin pareja del mismo sexo se unan a apoyarse, o tenga personas que se les acerquen para no dejarlos solos.

  7. Si tienen un grupo permanente de matrimonios, entonces debe haber un grupo permanente de personas sin pareja. Si le preocupa que este grupo se preste para actividades indebidas, divida el grupo por sexo. Prefiero que las clases sean divididas por sexo y que varias veces al año se reúnan todos. En los grupos de solteros mixtos, podría haber distracciones que desvíen el propósito de edificar.

He sido testigo de muchas mujeres sin marido que abandonan las iglesias y las actividades, y dejan de ir a lugares porque sienten la preferencia que tienen con los matrimonios y se sienten rechazadas. Al ellas irse, se llevan a sus hijos y familias con ellas. Es una pena que por cosas tan simples perdamos la oportunidad de ministrar todo tipo de familias. Si su iglesia o ministerio ya toma todo esto en cuenta, los felicito por su sensibilidad. ¡Pasemos la voz! ¡Seamos solidarios! Nunca sabemos cuándo nos tocará a nosotros estar en el banco de la gente sin pareja.

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