Crecí teniendo un profundo respeto a mis padres, pero la figura de mi papá fue muy especial porque para nosotras la figura del padre es algo sin igual y las mujeres que hemos disfrutado de un buen padre sabemos que ese amor no tiene comparación. Es la primera persona del sexo opuesto que nos ama y nos dice cosas bellas. Tener esa relación tan linda con mi padre y saber que me amaba, me creó una conciencia grande de que debía de honrarlo y serle fiel en toda mi manera de vivir. ¿Cómo yo iba a hacer algo que le deshonrara? Adonde quiera que fuera yo, estaba consciente de que mis actos debían de corresponder al amor que él me tenía.
Cuando cumplí mis diecisiete años le entregué mi vida a Cristo. Ahora tenía dos papás que honrar: a Dios y a mi papá terrenal. Hice mío los mandamientos que Jesucristo mismo, cuando le preguntaron cuál era el más importante, contestó: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es igualmente importante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Ningún otro mandamiento es más importante que estos” (Marcos 12.30-31 NVI).
Significa que Dios nos creó para que le amásemos a Él, al prójimo y a nosotros mismos. Desde el momento que obedecemos esos mandamientos se apodera de nuestro corazón un deseo de vivir y actuar conforme a lo que dice la Palabra de Dios. De esta manera honramos Su nombre, le adoramos en espíritu y en verdad y nos sentimos como las hijas amadas que tienen que valorarse.
La mujer que no ha pasado por estas bellas experiencias vive con un sentimiento de orfandad paterna y busca llenar ese vacío con el amor de un hombre. Ella cree que un hombre es lo que le dará sentido a su vida; por ello, cuando alguno se le acerca y le dice palabras bellas, ella se siente como si le dieran agua a alguien que está en el desierto y es incapaz de discernir si esas palabras son sinceras o no. Finalmente, el hombre la engaña y ella continúa de brazo en brazo con la esperanza de que llegará quien la va a amar y le hará feliz.
¡Cuántas mujeres se entregan sexualmente a un hombre fuera del matrimonio, esperando recibir el amor que ellas han estado anhelando desde que nacieron! Por esa razón es tan importante que ejerzas una paternidad responsable. Trata a tus hijas con amor y ternura para que ellas puedan aprender desde niñas cómo deben ser tratadas y cuál es el significado del verdadero amor. Imita a Jesús en todo lo que hagas para que ellas vean a Jesús en ti y puedan conocer el modelo de lo que debe ser un verdadero hombre.
Enséñales que Dios es nuestro amor perfecto, porque nos ama incondicionalmente y hasta que no le permitamos que entre a nuestro corazón, no podemos saborear su dulce amor. Cuando Dios llena nuestra vida, perdonamos las debilidades de nuestros padres, perdonamos nuestro pasado y aprendemos a perdonarnos a nosotras mismas. Enséñales que es así como logramos la paz mental y espiritual que nos capacita para vivir plenamente. Solo así estarán capacitadas para tener los criterios correctos, para hacer una buena selección de un hombre para compartir la felicidad que ya ellas han conocido.
Papá, anímate y esfuérzate en dar lo más excelente de ti para que ellas puedan comprender que no vinieron a este mundo por casualidad o por error. Llegaron porque Dios tiene un propósito maravilloso con cada una y tú como padre les ayudarás a descubrirlo.
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