Una realidad no contada de la niñez y adolescencia en las calles

Estos niños de la calle necesitan a Cristo. Un elemento clave que se debe considerar a la hora de intervenir con niños, niñas y adolescentes de la calle, es conocer cómo piensan, y con qué adicciones están luchando.

¿Cómo llegan cientos de niños a ser niños de la calle? Normalmente es un proceso donde el niño o niña que proviene de una familia pobre, comienza a trabajar en la calle para sustentar a su familia, ayudarse en los estudios, o porque sus padres se los exigen (Saucedo, 2011). Aprenden a ganar dinero en los semáforos, lustrando zapatos, ayudando a las personas a cargar sus bolsas, vendiendo y ganando dinero honestamente y de la caridad que la sociedad brinda.

La calle los va tentando desde un principio cuándo ellos comparan que en casa se sienten aburridos, pero, la calle es emocionante. Además, existen otros fenómenos que en su mayoría vienen de padres separados, familias desintegradas y donde muchas veces viven entre varios familiares como tíos, tías, abuelos, abuelas, padrastros, madrastas, o inquilinos. Donde los maltratan, abusan emocionalmente, psicológicamente, físicamente y hasta sexualmente.

Al desarrollar amistad con los “callejeros” que ya están robando, éstos les invitan a ir a lugares de acogidas donde conocen a otros chicos, chicas de la calle quienes les cuentan sus historias y sus logros.

El que se está iniciando admira que ellos viven una vida emocionante sin límites y poco a poco se va quedando, al principio es una noche, luego dos, tres, y finalmente les enseñan a robar y dormir en las calles.

La población que vive en situación de calle sobrevive de manera precaria en los canales. Usan el agua del canal para lavar ropa y cocinar. Esta agua contaminada les causa enfermedades de la piel en abundancia.

La comida conseguida la cocinan en una lata vieja a veces oxidada que la usan como su olla. Usualmente, sus platos son latas de cerveza, botes de alcohol, vasos desechables o botellas de gaseosas partidas por la mitad. Existe una regla general en este panorama: puede comer solo el que trajo algo para la olla común.

En esta población como en cualquiera, la necesidad afectiva de querer pertenecer a un grupo es muy fuerte. A su vez, se observa en ciertos grupos que tienen como integrante a una mujer mayor, figura materna distorsionada, porque es la proveedora de droga y da cierta cobertura y seguridad.

En otras zonas tienen como miembro a un hombre adulto, es el más fuerte, el que maneja y manda al grupo, les enseña a robar y cuando traen comida, le dan lo mejor; y usualmente es el más atrevido y exige a los demás, es agresivo, violento y dispuesto hacer daño, a pelear con cuchillo y mantener su posición a cualquier costo.

Las enfermedades venéreas y el sida se propagan entre ellos de manera incalculable. Las niñas menores de 15 años son las más solicitadas por los hombres de distintas esferas sociales. Poco a poco la mente del niño de la calle se va depravando, se ponen insensibles y violentos; cometiendo todo tipo de pillaje. Son muy astutos para sobrevivir y saben tomar ventajas de cualquier situación.

Estos niños de la calle necesitan a Cristo. Un elemento clave que se debe considerar a la hora de intervenir con niños, niñas y adolescentes de la calle, es conocer cómo piensan, y con qué adicciones están luchando.

Los líderes interesados en alcanzar a los niños de la calle con sus ministerios deben:

• Realizar entrenamientos en conocer cómo es el pensamiento de la niñez en las calles y orientarse con los profesionales y voluntarios que trabajan con esta población, para poder atacar las causas y no solo los efectos.
• Las necesidades básicas la niñez que vive en la calle sabe cómo resolverlas, lo que no saben es como atacar y ministrar a su mentalidad y corazón callejero que han adquirido, ahí es donde se debe trabajar.
• Realizar memorias en videos o escritos de niñez que han salido de la calle, para que ellos desafíen a otros a salir.

Ministrar a la niñez y adolescentes que viven en las calles no es una tarea fácil, por tanto, cada personas que tiene el llamado para trabajar con ellos, necesita buscar constantemente la sabiduría de Dios y tener una perspectiva del Reino de Dios; para alcanzarles para Jesucristo. Pero al final es una jornada gratificante. ¡No se detenga! ¡Continué! y siempre recuerde¡Que el Señor te recompense por lo que has hecho! Que el Señor, Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte, te lo pague con creces. (Rut 2:12 NVI)

 

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