El padre de Josías, Amón, era rey de Israel. Lamentablemente, no fue un hombre piadoso (2 Reyes 2–23). Como sucede a menudo en las posiciones de poder, la posibilidad de participar en toda clase de indecencia que el dinero puede comprar, lleva a la corrupción y a lo pecaminoso. Es posible que Amón no tuviera toda la culpa por su estilo de vida impío, porque su padre también había sido un hombre extremadamente pecador. Manasés, el abuelo de Josías, fue rey de Israel por cincuenta y cinco años: cincuenta y cinco años en los que desobedeció a Dios, reinó impíamente, y el pueblo de Israel siguió su camino pecaminoso. No es extraño que su hijo Amón, el padre de Josías, siguiera el mismo rumbo. Pero el rey Josías sería diferente.
A pesar de la maldad de todos los que le rodeaban, Josías vivió una vida piadosa. De alguna manera, a través de la fidelidad de líderes desconocidos que lo circundaron, se convirtió en un joven temeroso de Dios que vivió de manera irreprochable. Las Escrituras no nos dicen quién fue el que impactó su vida de forma piadosa. Posiblemente fue su madre, aunque lo más probable es que el individuo piadoso que tuvo influencia en la vida de Josías fue uno de sus maestros o, como les llamaríamos hoy, un líder del Ministerio a los Niños. Las Escrituras no nos dicen quiénes ayudaron a construir el fundamento profundo en la vida espiritual de Josías, solo sabemos que fue construido. De alguna manera, al cumplir ocho años, cuando se convirtió en rey, él ya tenía un fundamento espiritual sólido. Alguien había invertido tiempo y esfuerzo en la vida de este joven, lo presentó a Dios, y construyó un fundamento espiritual y duradero que lo preparó para ser un rey piadoso.
¿Estás asentando fundamentos espirituales en la vida de tus hijos que sean lo suficientemente fuertes como para que permanezcan toda la vida? ¿Tu iglesia prepara a los niños a través de un proceso de aprendizaje sistemático, diseñado para transmitir una fe profunda y duradera? En tu ciudad, ¿tienen ellos la oportunidad de que sus fundamentos espirituales sean construidos?
Un gran porcentaje de líderes en la iglesia, dicen que sí. Dicen que tienen excelentes ministerios para niños. Así mismo, la mayoría de los padres parecen sentirse satisfechos de que están comunicando adecuadamente la fe bíblica. Lamentablemente, las estadísticas muestran lo contrario. Muestran que un gran porcentaje de adolescentes se está alejando de su fe en Cristo. Estos jóvenes, que crecieron en hogares cristianos, tuvieron la oportunidad de internalizar la fe cristiana, pero obviamente les faltó un discipulado adecuado, con un impacto duradero que les cambiara la vida. Lamentablemente, aunque tuvieron un inicio en el discipulado, este no fue suficiente como para convertirlos en discípulos dispuestos y capaces de vivir toda su vida para Dios.
El hecho de que los jóvenes cristianos se aparten de la fe, ha sido un problema para la iglesia, como podemos leer a lo largo de la historia bíblica. Ezequías fue uno de los reyes más piadosos de la historia de Judá. En Segundo de Reyes capítulo 19, podemos leer de la gran liberación que Dios le dio a este rey, a través de la fe y la oración. Pero cuando su hijo Manasés asumió el reino a los doce años, la Biblia dice que el muchacho era malvado y no sirvió al Señor. Ezequías, con toda su importancia e influencia, de alguna manera no fue capaz de establecer un fundamento espiritual sólido en la vida de su hijo. Cuando llegó el momento en que este debía mantenerse firme en los principios divinos, cayó en el pecado.
Si tu corazón, como el mío, sufre por los jóvenes que se están alejando de su fe, creo que estarás de acuerdo conmigo en que muchas iglesias y padres, no están proveyendo el entrenamiento espiritual adecuado para sus hijos. La falta de un entrenamiento espiritual desde la niñez, produce adolescentes espiritualmente débiles. Por esto, las estadísticas muestran que hay generaciones de adolescentes cristianos que renuncian a su fe, cuando se enfrentan a los desafíos de la vida. No debemos calcular el éxito del ministerio con los niños de acuerdo con el número de pequeños presentes en la iglesia, sino por el número de ellos que permanecen dedicados a Dios durante toda su vida.
Amón no pudo transmitir a su hijo un legado piadoso, porque él no fue un hombre piadoso. Ezequías fracasó en dejar un legado piadoso a su hijo Manasés. Los padres que no son cristianos, no pueden dejar un legado cristiano a sus hijos, porque no lo tienen. Además, parecería que, a muchos padres cristianos, se les hace difícil construir el fundamento espiritual de sus hijos. Por esta razón, es indispensable tanto para la iglesia como para los padres cristianos, crear un plan sistemático e intencional de modo que los cimientos espirituales de sus hijos, sean firmes y perdurable. La iglesia debe planificar la manera de desarrollar y discipular a los niños, para que se conviertan en creyentes maduros que elijan seguir a Cristo toda su vida.
Tanto los padres como la iglesia deben asumir la responsabilidad espiritual por los niños. Cada uno debe determinar que su meta y propósito es asegurar que los niños a su cuidado desarrollen una fe sincera y duradera, que los sostenga por el resto de su vida. También debemos ser conscientes de que, para muchos pequeños, la iglesia es la única fuente de discipulado en su vida. Que este pasaje sea el ancla spiritual para tu plan de acción:
“Hablaremos a la generación venidera del poder del Señor, de sus proezas, y de las maravillas que ha realizado … para que los conocieran las generaciones venideras y los hijos que habrían de nacer, que a su vez los enseñarían a sus hijos. Así ellos pondrían su confianza en Dios y no se olvidarían de sus proezas, sino que cumplirían sus mandamientos.” (Salmo 78:4, 6–7)
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