La formación espiritual de los niños en el hogar y en la iglesia


Un niño estaba mirando a un escultor trabajar. Durante semanas, este escultor siguió cincelando en un gran bloque de mármol. Después de unas semanas había creado un hermoso león de mármol. El niño se sorprendió y dijo: “Señor, ¿cómo supiste que había un león en la roca?”

Mucho antes de que él le dé forma al mármol, el escultor debe conocer al león de corazón para verlo en la roca. El secreto del escultor es que lo que él sabe de memoria en su mente lo puede reconocer en el mármol.

Creo firmemente que la labor de nosotros los padres es parte de nuestro propio proceso de formación espiritual porque el proceso de formación espiritual es la del corazón.

La formación espiritual de nuestros hijos y la nuestra es un proceso de por vida. Mulholland afirma; “La formación espiritual cristiana es el proceso de conformarse a la imagen de Cristo por el bien de los demás.”

Es importante comprender que este no es un evento único de una sola vez, sino un proceso de crecimiento a lo largo de toda la vida a la imagen de Cristo. En otras palabras, es la formación espiritual basada en una cosmovisión bíblica (una perspectiva de la vida, basada en la verdad bíblica) es un proceso continuo de la vida.

Sirviendo en los Ministerios de Niños y Familias a lo largo de los años y como madre yo misma, he sentido que en la vida de la iglesia de alguna manera estamos influidos para hacer de nuestra fe un asunto privado porque generalmente nos enfocamos más en las cosas que tenemos que hacer, como los asuntos del presupuesto y los programas para ejecutar. Pero estoy agradecida de que haya un nuevo movimiento centrado en la asociación de padres y líderes de la iglesia para servir juntos en esta labor. En este trabajo de formación espiritual familiar, creo que la esencia de un ministerio efectivo de niños y familias es un discipulado que facilite tanto a las familias como a la iglesia vivir en la fe.

Disciplinas espirituales en el hogar
Debido a esto, creo que las disciplinas o prácticas espirituales son indispensables para el peregrinaje espiritual de los padres y los niños. Henri Nouwen dice: “La práctica de una disciplina espiritual nos hace más sensibles a la voz pequeña y amable de Dios.” Me siento animada por la creencia de Mulholland de que: “Las disciplinas espirituales son una gracia que nos llega de Dios. Es lo que Dios está haciendo con nosotros – no es algo que nosotros hacemos.”

¿Qué son entonces las disciplinas espirituales? Las prácticas o disciplinas espirituales pueden ser casi cualquier acción, usualmente repetida, que invite y permita que el Espíritu Santo nos transforme y aumente nuestra capacidad de vivir en la historia del Reino.

¿Cómo es esto aplicable a las familias? Estoy de acuerdo con Stinson y Jones sobre el papel de los padres en la formación espiritual; “De generación en generación, la preocupación ha sido la misma: los niños necesitan capacitación cristiana, los padres deben ser los principales proveedores de esa capacitación, pero las prácticas de discipulado familiar han sido difíciles de mantener.”

Para los padres cristianos, nuestra relación con Dios importa más que nuestras habilidades como padres para instruir a los niños. Ellos llevan una vida de adoración, son ejemplos vivos para los niños y dan testimonio de la gracia de Dios en sus vidas.

Las disciplinas espirituales no son un tema que podamos enseñarles a los niños. Son prácticas, patrones y hábitos que también debemos modelar y vivir, primero en nuestra vida personal y luego en comunidad con los niños que Dios ha colocado en nuestras vidas. El propósito de guiar a los niños en la práctica de las disciplinas espirituales es permitir que el Espíritu Santo de Dios lleve a cabo la obra transformadora de Dios en ellos desde la más temprana edad.

¿Por qué importa esto? “Los niños no son inmunes a las experiencias espirituales, de hecho, pueden ser incluso más receptivos a los eventos espirituales a comienzos de la vida.” 5 También estoy de acuerdo con lo que este mismo escritor afirma en un artículo separado; “Incluso los niños pequeños pueden tener experiencias que trascienden la experiencia cotidiana. De hecho, estos podrían ser encuentros con el Espíritu Santo que trascienden una explicación cognitiva.” 

En otras palabras, veamos a los niños como compañeros en la formación espiritual de nuestras familias. Necesitamos comenzar a pensar en la formación de la familia como una peregrinación compartida en la que padres e hijos tienen dones para ofrecerse el uno al otro.

Labor conjunta entre los padres y la iglesia
Los padres saben que esta es una tarea crucial, pero entendemos que tanto la iglesia como las familias deben compartir la responsabilidad de criar a la siguiente generación como fieles discípulos de Cristo.

Stinson y Jones dicen: “La iglesia no debe tratar de hacer el trabajo de los padres; todo esfuerzo de la iglesia debería ser equipar a los padres para esta trascendental tarea.” 

Como líder de iglesia, creo que tenemos una gran oportunidad para asociarnos en la formación espiritual de los niños y sus padres. Los líderes de la iglesia y los padres deben reflexionar sobre el papel y las prácticas de la iglesia y la familia juntos. Deben comenzar esta conversación poniendo más énfasis en la construcción de relaciones y esto requiere el compromiso tanto de la iglesia como de la familia.

Al reflexionar en el modelo de ministerio familiar para la iglesia de hoy, mi sueño es que en la iglesia el ministerio de equipamiento familiar tenga influencia en la cultura de toda la congregación para conectar a la iglesia y el hogar en el proceso de hacer discípulos.

Estos padres tienen un objetivo en mente y pueden responder sabiendo que practican disciplinas espirituales en su hogar con sus hijos porque anhelan las relaciones centradas en el Evangelio y la gracia de Dios.

Conclusión
Como madre, me siento honrada de ver que Dios ha sido el iniciador de mi propia formación espiritual a medida que aprendo a ver a Dios en la vida de mis hijos. La formación espiritual de mis hijos ha sido mi propio viaje en sumisión a Dios.

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