Los seguidores de Cristo, en muchos países, se están dando cuenta de que los fundamentos bíblicos de la ley, el Gobierno civil, la economía, la familia y el género —que antes proporcionaban luces de acceso a un puerto aceptadas por la sociedad— han sido sustituidos. El movimiento incesante hacia la secularización de la sociedad y la privatización del cristianismo que tuvo lugar en el siglo XX fue enormemente exitoso y se aceleró en gran medida a través de las escuelas primarias y secundarias.
La formación de las naciones comienza en la mente de los niños. Las ideas que dan forma a la nación, adquiridas en las escuelas primarias y secundarias, no se sienten inmediatamente en el ámbito nacional, porque hace falta tiempo para que las pequeñas bellotas se conviertan en robles gigantes. Pero crecerán; y, como se ha dicho muchas veces, “Las ideas acarrean consecuencias”.
Enseñarles a los alumnos que Cristo y la Biblia son irrelevantes para la biología, la física y las matemáticas se puede trasmitir de manera muy eficaz sin decírselo directamente. Un maestro no tiene que ponerse frente a una clase y declarar: “La Biblia no tiene nada que ver con este tema” para comunicar el mensaje de que el Libro es irrelevante.
Al parecer, los padres cristianos piensan que el secularismo es “neutral” y que, si sus hijos pueden aprender a leer y escribir lo suficientemente bien, ingresar en la universidad, dejarán atrás la educación secularizada. Muchos padres cristianos creen que si los maestros no se ponen delante de la clase y declaran: “La Biblia es un cuento de hadas”, todo anda bien. Pero, cuando los maestros no sitúan ni una sola materia académica en el contexto de un marco de referencia bíblico durante un periodo de 13 a 14 años, ¿son esos maestros realmente “neutrales”?
Lo preocupante del adoctrinamiento de los jóvenes cristianos en las escuelas no es que se vuelvan ateos, sino que se conviertan en dualistas. Un dualista es el que lee la Biblia, ora, asiste a la iglesia los domingos y, sin embargo, no establece ninguna conexión significativa entre la Palabra de Dios y lo que sucede en el lugar de trabajo de lunes a viernes, porque piensa que la “fe” es un asunto personal y privado, mientras que el lugar de trabajo es público y, por lo tanto, “secular”.
Puede estar seguro de que más del 95 por ciento de maestros en la mayoría de las escuelas cristianas no han sido capacitados para desempeñar esa labor en sus estudios universitarios.
Para considerar a qué colegio cristiano enviar a sus hijos, haga algunas investigaciones, por ejemplo, pregunte al director: “¿Qué capacitación específica han recibido sus maestros para diseñar el plan de las lecciones que ayudarán a mis hijos a conocer el propósito e intención divinos para lo que enseñan sus maestros?”. Basándose en sus respuestas, entreviste a los maestros, preguntándoles: “En las últimas semanas, ¿qué ha dicho o hecho específicamente en su tiempo de enseñanza para poder ayudar a los estudiantes a comprender el propósito y la intención de Dios con respecto a lo que está enseñando?”. Si ellos le muestran un plan de enseñanza específico que les ayudará a sus alumnos a entender cómo lo que están aprendiendo encaja en el propósito y las intenciones de Dios para ese tema, inscriba a sus hijos sin demora.
Cuando se trata de los libros de texto utilizados en las escuelas cristianas, la cosmovisión de los autores se manifestará por diseño o por defecto, ya sea a través de lo que se dice en el texto o de lo que no se dice. No hay terreno neutral. La religión de los autores no se puede divorciar del texto. Los libros de texto tienen tanto peso como los maestros. Adolf Hitler entendió esto cuando declaró: “Déjenme controlar los libros de texto y controlaré el Estado”. Las mismas escuelas cristianas que solo contratan maestros cristianos deben estar atentos al uso de textos que van en dirección opuesta. Esta es una violación del buen sentido educativo. Por lo tanto, el dualismo continuará propagándose si los libros de texto no presentan el tema en el contexto de una cosmovisión bíblica integral que conecte la asignatura con el propósito de Dios. No tema en preguntar, porque está en juego la eternidad de sus hijos.
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(Extracto del libro Escolarizar no es educar)
Publicado por Editorial JUCUM